Las nuevas tecnologías constituyen una realidad que se traduce cotidianamente en nuevas pautas y formas de relacionarnos. La aplicación efectiva de tecnologías no resulta neutra.
Blockchain y su potencial democrático
La tecnología blockchain debe su popularidad mundial al desarrollo del bitcoin, criptoactivo impulsado originalmente por una confluencia de ideologías anarcocapitalistas, libertarias y cypherpunks que rechazan el accionar estatal. Sin embargo, desde una óptica de desarrollo de políticas públicas modernas, blockchain puede ser una tecnología altamente eficaz para fortalecer la democracia empoderando a la ciudadanía, facilitando su participación y acercándola a Estados más eficientes, transparentes y decentes.
Democracia y tecnología
En los últimos lustros, algunos cientistas sociales han calificado este período como la era del desencanto. Las democracias occidentales han evidenciado un sostenido proceso de deslegitimación, en el que la ciudadanía se ha ido alejando paulatinamente de sus representantes tradicionales buscando alternativas disruptivas.
La falta de respuestas concretas por parte de la política tradicional a las necesidades básicas de la gente, su incapacidad para interpretar las implicancias de la nueva sociedad digital, la naturalización de la corrupción, la declamación de fórmulas simplistas para problemas complejos, y los discursos de odio han sido denominadores comunes que se han visto atravesados en la última década por el advenimiento de poderosas tecnologías de largo alcance, capaces tanto de empoderar como de manipular la voluntad de la población.
Bitcoin, Blockchain y descentralización
La cadena de bloques o blockchain es un libro contable digital descentralizado que registra de manera segura los datos de transacciones en numerosos dispositivos computacionales distribuidos en la red. Aunque popularmente asociada al bitcoin, la tecnología blockchain tiene aplicaciones mucho más amplias.
El ingenioso diseño original del bitcoin se sustenta en unos pocos y efectivos pilares: fuertes incentivos económicos para quienes validan las transacciones, su carácter descentralizado, la inmutabilidad de sus registros, su pseudo anonimato, la posibilidad de hacer transferencias las 24 horas los 7 días de la semana a cualquier lugar del planeta, así como su emisión limitada y predeterminada. Para sus creadores e impulsores, el bitcoin es mucho más que un activo especulativo; es el estandarte de un nuevo y aún difuso modelo de sociedad.
Defectos de entes centralizados
No hace falta ser libertario para darse cuenta de que algunos de estos argumentos contra entes centralizados tienen cierto asidero. Las entidades financieras tradicionales, más allá de la pesada carga regulatoria que afrontan, no han sabido adoptar y adaptar las nuevas tecnologías que les permitieran mejorar la experiencia de los usuarios en servicios financieros tales como pagos, créditos o inversiones.
Por su parte, algunos bancos centrales y gobiernos han funcionado en los últimos lustros privilegiando intereses sectoriales en lugar de actuar responsablemente en beneficio de la mayoría de la población. Asimismo, la rentabilidad de grandes empresas tecnológicas ha crecido exponencialmente a costa de violentar privacidades, manipulando y desarrollando algoritmos que generan comportamientos adictivos en toda la población, especialmente en los más jóvenes.
Miradas diversas
En este campo fértil para el desencanto de la población, la ideología libertaria hace pie proponiendo una solución tan simple como peligrosa: eliminar el accionar del Estado. Sin embargo, los defectos de funcionamiento de las instituciones centralizadas no se curan ni con un Estado ausente ni con uno omnisciente.
El anonimato absoluto maximalista es un paso hacia la desintegración del Estado, lo que solo puede derivar en una sociedad más caótica, violenta y dominada por los poderosos de turno, excluyendo a la enorme mayoría de la población. Por ello, en este escenario de nuevas demandas de la sociedad, es necesario encontrar un equilibrio entre la existencia de un Estado democrático presente y el máximo respeto posible a la privacidad y a las libertades individuales.
Blockchain y el ecosistema cripto
El despliegue de la tecnología blockchain, originado en el universo bitcoiner, ha permitido que se convierta en una herramienta utilizada por gobiernos para fomentar la innovación, transparentar y eficientizar el accionar estatal. A partir de las cadenas de bloques y otras tecnologías similares de registro distribuido, se ha construido un ecosistema cripto vibrante con numerosas capas, plataformas descentralizadas (y no tanto), productos digitales (denominados tokens) y operatorias que impactan en todos los sectores: productivos, financieros, sociales, artísticos, sanitarios, educativos y políticos, brindando soluciones concretas.
Tecnología para la democracia
Existen numerosos ejemplos de cómo, a través de iniciativas públicas y privadas, la tecnología blockchain puede fortalecer nuestras instituciones. La cadena de bloques puede ser una herramienta segura para la gestión de identidad digital, pudiendo almacenar, concentrar y validar información personal de todo tipo. Además, blockchain puede ayudar a transparentar sistemas de votación y permitir que los ciudadanos puedan saber con exactitud dónde se destinan sus impuestos.
También puede facilitar operaciones transfronterizas y promover una mayor inclusión financiera a través de contratos inteligentes. La tecnología blockchain puede mejorar el funcionamiento del sistema de salud, almacenando y concentrando con altos grados de privacidad las historias clínicas completas de cada ciudadano en un solo sitio. Los casos concretos de utilización de blockchain en el sector público abundan a nivel global, como en Estonia, el Banco de Pagos de Basilea (BIS) y Brasil.
Las nuevas tecnologías constituyen una realidad que se traduce cotidianamente en nuevas pautas y formas de relacionarnos. La aplicación efectiva de tecnologías no resulta neutra. Sin dotarlas de sentido, pueden alienarnos y empobrecernos. La tecnología blockchain puede ser usada tanto para degradar aún más nuestra convivencia como para construir sociedades más empoderadas, democráticas y participativas, acortando la asimetría entre administradores y administrados.
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